Día 5: Ortigosa de Cameros – Labastida (~121 km y ~2.100 m+)
Como cada día, decidimos madrugar, nos quedaba por delante un terreno exigente cruzar la Sierra de la Demanda antes de bajar a la Rioja. Cada día veíamos más cerca que podíamos conseguir el reto propuesto y esto nos llenaba de energía. Pero lo que más chute nos daba eran los ánimos y el calor de la gente que nos iban siguiendo gracias el tracker que llevábamos, pero también éramos muy prudentes y no nos dejábamos comer por la euforia. Nosotras seguíamos aplicando nuestra filosofía, pedalada a pedalada a nuestro ritmo tipi-tapa.
De Ortigosa subimos hasta Peñahincada, para después un descenso por carretera hasta Brieva de Cameros. Allí enlazamos con la carretera que nos subía al Monasterio de Valvanera donde paramos a desayunar y disfrutar de ese maravilloso entorno (32 km y 750 m+).
No podíamos perder mucho tiempo ya que nos quedaba una parte muy dura, 15 km y más de 1.000 m+, para llegar a coronar la cota más alta, más de ~2.000 m de altitud cerca del Pico de San Lorenzo en la Sierra de la Demanda. Este tramo lo recordamos por la dureza de rampas continuas con bastante desnivel, además de piedras y más piedras que dificultaban el pedaleo, e incluso en alguna pala tuvimos que portear/arrastrar la bici.
En el momento cuando llegamos arriba fuimos bastante conscientes de que lo teníamos nuestro reto muy a tocar. “Solo” quedaba la bajada y la parte de La Rioja y Sierra de Cantabria, pero ya era territorio conocido. Las vistas por arriba la Sierra de la Demanda eran de quitar el hipo, además de sufrir seguíamos disfrutando de nuestra aventura.
Descendimos hasta la estación de Esquí de Valdezcaray donde hicimos una parada técnica, para descansar los brazos y las piernas. Aún quedaba para llegar a Ezcaray, y como no, había alguna sorpresa preparada, a medio de la bajada nos esperaba una pequeña subida por pista fea que nos llevaría al despoblado municipio de Bonicaparra.
De ahí a Ezcaray todo bajada por pista y alguna senda juguetona. Las bajadas eran muy físicas y exigentes había que aguantar la inercia del peso de nuestras bicis por auténticos pedregales que hacía mella en nuestras manos.
Una buena comida en Ezcaray, donde decidimos que, aunque podíamos llegar esa misma madrugada en Vitoria, lo mejor sería parar en la Labastida descansar bien y llegar al día siguiente por la mañana a Vitoria “frescas como una rosa”
En Ezcaray cogimos la vía Vede del Rio Oja hasta Casalarreina. Posteriormente, un poco de carretera, alguna que otra pista hasta Labastida. Tramo de pedaleo fácil y en bajada, pero hasta incluso un cierto punto de aburrimiento, no pasaba nada, terreno soso. ¡¡En el fondo nos va la marcha!! Menos mal que tuvimos la motivación de ir contra la tormenta que se aproximaba y esto hizo algo más ameno esta parte. Recordamos este tramo con varios ataques de risa por no decir de dolor al ver lo difícil que era sentarse en el sillín y que decir cuando cogíamos baches…
Hicimos bien en hacer noche en la Labastida ya que justo llegar cayó un tormentón que disfrutamos del fresquito con una buena cerveza fresca.