Día 3: Salinas de Ibargoiti – Arguedas

Día 3: Salinas de Ibargoiti – Arguedas (~144 km y ~2.150 m+)

Esta etapa, la consideramos de “descanso” ya que era con “poco desnivel” y la idea de llegar a Calahorra, parecía asequible para darle un buen mordisco a los kilómetros… pero la realidad fue bien distinta.

Salimos del Frontón Hotel Mil Estrellas dirección Lumbier donde paramos desayunar con fundamento (~24 km y ~700 m+). Disfrutamos de pedalear por la Foz de Lumbier dirección Sangüesa para posteriormente subir a Ujué… que bonito pueblo y que jodida sufrida subida, no solo por la cantidad de piedras mal puestas que no te dejaban dar dos pedaladas iguales seguidas sino también por el calor que hacía. La gente del pueblo de Ujué fue encantadora, mientras nos refrescábamos en la “fresca” agua de la fuente, nos estuvieron contando la cantidad de ciclistas de la prueba que pasaron por allí la noche anterior, ofreciéndoles cama y comida a más de uno/a, que gente más maja, pero se quedaban de piedra al ver a dos chicas “solas”.

El siguiente objetivo era Santacara donde paramos a comer un buen plato combinado y bebernos unas cuantas coca-colas antes de entrar a las Bardenas Reales. Éramos conscientes que era una mala hora para cruzar el desierto, era las 16:00 h de la tarde, la temperatura alrededor de 35-40ºC, pero las previsiones no eran mejores si esperábamos a que bajara el sol. Así que nos refrescamos bien, cargamos bien de agua, y decidimos emprender nuestra cruzada por el desierto, con un lema: “mínimo esfuerzo para no sudar”. Lo de no sudar era una utopía con el calor que hacía, coincidió con los días de la ola de calor.

Cruzar fue muy duro y sufrido, el agua fresca rápidamente era caldo, pero teníamos que beber para no deshidratarnos. Incluso, en un momento de mucho calor pusimos la cabeza a refrescar en un abrevadero, todo era válido para bajar la temperatura y así ir avanzando en kilómetros.

Nos tomamos la cruzada del desierto con la mejor de las sonrisas, pero se nos hizo muuuy dura, durísima y salimos muy descojonadas; solo teníamos ganas de bajar de la bici, sentarnos a la sombra y bebernos una cerveza bien fresca. 

 

 

Llegamos a Arguedas sobre las 19:00 h, descojonadas, no teníamos más energía para seguir, y aunque el objetivo era llegar a Calahorra, escuchamos nuestro cuerpo y nos quedamos Arguedas una ducha literal de agua fría, una buena cena y descansar bien, y apostamos por madrugar bastante el día siguiente.